Anguisciola, Sofonisba (Cremona,
h. 1532-Palermo, 1625). Pintora italiana. Perteneciente a una noble
familia de Cremona, fue educada en la pintura junto a sus cinco
hermanas. Primero, desde 1545 aproximadamente, estudió con Bernardino
Campi, y con Bernardino Gatti a partir de 1549. Vasari visitó a la
familia y dejó constancia de la preparación de Sofonisba tanto en la
pintura como en el dibujo. Destacó en la realización de retratos,
llevando a cabo un tipo de representación un tanto informal, en el que
a menudo sus modelos desarrollan tareas aparentemente domésticas,
acompañados de una serie de objetos que definen en mayor profundidad su
personalidad. Ejemplo de ello encontramos en sus numerosos
autorretratos en los que Sofonisba aparece leyendo, tocando algún
instrumento musical o pintando; todos estos atributos son a la vez
representaciones elocuentes de las actividades a las que está sujeto un
noble de su rango. En sus primeras obras, se ha señalado la influencia
de su maestro Campi, quien asimismo destacó por sus retratos. De Gatti,
sin embargo, se ha hecho derivar la influencia de Correggio, que se
dejaría sentir en Cremona a lo largo del siglo. Esta influencia
parmesana matiza suavemente el acercamiento veraz a los objetos y
materias que realiza Sofonisba, quien además insiste especialmente en
el estudio psicológico de los modelos. Su actividad en Cremona también
incluye pequeñas obras religiosas, realizadas con el objetivo de
satisfacer un tipo de devoción privada. En 1559 fue invitada a la corte
de Felipe II gracias a los oficios del duque de Alba y del duque de
Sessa, gobernador de Milán. Trasladada a Madrid, ejerció de dama de
compañía de la reina Isabel de Valois y continuó realizando retratos.
Hacia 1571 se casó con Fabrizio de Moncada, hermano del virrey de
Sicilia, adonde se dirigió seguidamente. Tras la muerte de su primer
esposo, volvió a contraer matrimonio con el noble genovés Orazio
Lomellino, y vivió entre Génova y Palermo. En esta última ciudad la
visitó Antonio van Dyck en 1624, retratándola en su cuaderno de viaje y
anotando una edad de noventa y seis años que no la impedía conservar un
genio sutil y ser capaz de discutir todavía sobre la pintura. El retrato
de Felipe II (Prado), anteriormente estuvo atribuido a
Juan Pantoja de la Cruz, tal y como aparecía inventariado en el Alcázar
de Madrid en 1686. Ulteriores apreciaciones estilísticas desaconsejaron
esta filiación, señalándose su semejanza con otras pinturas de la
artista de Cremona. Todo ello se afirmó más sólidamente a partir de la
exposición que tuvo lugar en el Museo del Prado en 1990, Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II, que dio la oportunidad de realizar un examen técnico de la obra. Del mismo modo, su Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II también fue considerada anteriormente de Pantoja de la Cruz.
Dicen que la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan.
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Espero que os guste esta entrada.
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