sábado, 16 de febrero de 2013

Preguntas de la historia. Programa de Radio 5

El Arte Románico.

La verdadera autora del retrato de Felipe II: Sofonisba Anguisciola

Anguisciola, Sofonisba (Cremona, h. 1532-Palermo, 1625). Pintora italiana. Perteneciente a una noble familia de Cremona, fue educada en la pintura junto a sus cinco hermanas. Primero, desde 1545 aproximadamente, estudió con Bernardino Campi, y con ­Bernardino Gatti a partir de 1549. ­Vasari visitó a la familia y dejó constancia de la preparación de Sofonisba tanto en la pintura como en el dibujo. Destacó en la rea­lización de retratos, llevando a cabo un tipo de repre­sen­tación un tanto informal, en el que a menudo sus modelos desarrollan tareas aparentemente domésticas, acompañados de una serie de objetos que definen en mayor profun­didad su personalidad. Ejemplo de ello encontramos en sus numerosos auto­rretratos en los que Sofonisba aparece leyendo, tocando algún instrumento musical o pintando; todos estos atributos son a la vez representaciones elocuentes de las actividades a las que está sujeto un noble de su rango. En sus primeras obras, se ha señalado la influencia de su maestro Campi, quien asimismo destacó por sus retratos. De Gatti, sin embargo, se ha hecho derivar la influencia de Correggio, que se dejaría sentir en Cremona a lo largo del siglo. Esta influencia parmesana matiza suavemente el acercamiento veraz a los objetos y materias que realiza ­Sofonisba, quien además insiste especialmente en el estudio psicológico de los modelos. Su actividad en ­Cremona también incluye pequeñas obras religiosas, realizadas con el objetivo de satisfacer un tipo de devoción privada. En 1559 fue invitada a la corte de Felipe II gracias a los oficios del duque de Alba y del duque de ­Sessa, gobernador de Milán. Trasladada a Madrid, ejerció de dama de compañía de la reina Isabel de Valois y continuó realizando retratos. Hacia 1571 se casó con Fabrizio de Moncada, hermano del virrey de Sicilia, adonde se dirigió seguidamente. Tras la muerte de su primer esposo, volvió a contraer matrimonio con el noble genovés Orazio Lomellino, y vivió entre Génova y Palermo. En esta última ciudad la visitó Antonio van Dyck en 1624, retratándola en su cuaderno de viaje y anotando una edad de noventa y seis años que no la impedía conservar un genio sutil y ser capaz de discutir todavía sobre la pintura. El retrato de Felipe II (Prado), anteriormente estuvo atribuido a Juan Pantoja de la Cruz, tal y como aparecía inventariado en el Alcázar de Madrid en 1686. Ulteriores apreciaciones estilísticas desaconsejaron esta filiación, señalándose su semejanza con otras pinturas de la artista de Cremona. Todo ello se afirmó más sólidamente a partir de la exposición que tuvo lugar en el Museo del Prado en 1990, Alonso Sánchez Coello y el retrato en la corte de Felipe II, que dio la oportunidad de realizar un examen técnico de la obra. Del mismo modo, su Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II también fue considerada anteriormente de Pantoja de la Cruz.

El extraño caso de Bernadotte

El rey republicano. 

¿Cómo es que un soldado republicano, perteneciente al ejercito de uno de los más grandes enemigos de las monarquías europeas, llega a ser elegido Monarca?
Estatua en Norrköping, levantada en 1846 en honor del Rey Carlos XIV de Suecia y III de Noruega
Pues, básicamente por casualidad. Aunque el boletín oficial dará como razones, por un lado, que un gran sector del ejército sueco, previendo futuras complicaciones con Rusia, se mostraba favorable a la elección de un soldado como heredero, y por el otro, que Bernadotte también era muy popular en Suecia, debido a la caballerosidad con la que había tratado a los prisioneros suecos durante la última guerra con Dinamarca.
Sin embargo, si bien estas razones pueden ser la “Ultima Ratio” (otra frase que queda bien para la ocasión) para su elección definitiva, lo cierto es que, en un primer momento deberemos el ofrecimiento del trono a Jean Baptiste a un único sujeto: el barón Karl Otto Mörner.
Este tal barón Möner era, simplemente, un mensajero sueco, quien, absolutamente por iniciativa propia, ofreció la sucesión de la corona sueca a Bernadotte. El gobierno sueco quedara altamente sorprendido ante la descarada actuación de Möner, incluso lo arrestarían al volver a Suecia; sin embargo, la candidatura de Bernadotte fue ganando seguidores de forma gradual.
Por su parte, es seguro de que Jean Baptiste reflexiona extendidamente aceptar tal proposición, ya que, después de todo es un republicano convencido. Incluso Bernadotte le comunicaría la oferta de Mörner a Napoleón, pero el Corso se reiría del asunto y lo trataría como algo absurdo. De todas maneras Jean acabara por decidirse positivamente e informaría a Mörner que no rechazaría el honor de ser él el elegido.
¿Por qué aceptar tal propuesta? Pues, probablemente, hay dos factores que pesan en su decisión positiva: por un lado, el hecho de que la monarquía sueca sea una monarquía constitucional, lo cual la convierte en más tolerable a ojos de un republicano. Por otro lado, lo mal, pero mal, mal, que le sienta el ofrecimiento a Napoleón Bonaparte, ya que recordemos que, a pesar de ser parientes debido al casorio de Jean Baptiste y José Bonaparte con las hermanas Clary, no se caían para nada bien el uno al otro.
Coronación de Karl Johan III como rey de Noruega
Coronación de Karl Johan III como rey de Noruega
Finalmente, el 21 de agosto de 1810, Jean Baptiste Bernadotte fue elegido «Príncipe de la Corona». De esta manera Bernadotte renuncia a la nacionalidad francesa y el 2 de noviembre de 1810, realiza su entrada solemne en Estocolmo, y el 5 de noviembre recibía el homenaje de los estados suecos, siendo adoptado por el Rey Carlos XIII bajo el nombre de «Carlos Juan». El nuevo príncipe coronado fue pronto muy popular, y se convirtió en el hombre más poderoso de Suecia.
Toda esta situación place enormemente al nuevo rey; pero no tanto a la futura reina. A Desirée no le cae bien el frio, y pocos días después de llegar se vuelve a Paris, donde vivirá hasta luego de la coronación de su marido, el 5 de febrero de 1818. Regresara a Suecia recién en junio de aquel año.
Durante su principado, y luego su reinado, Bernadotte pudo mostrarse como cualquier cosa menos como un satélite de Francia. Incluso se aliaria con los enemigos de Napoleón y sería uno de los comandantes del ejército que lo enfrentaría hasta el final. Como rey unionista sería muy popular tanto en Suecia como en Noruega. Y aunque sus puntos de vista ultra-conservadores eran generalmente detestados, y se les presentó oposición tanto como fue posible, su dinastía nunca estuvo en serio peligro, y tanto suecos como noruegos estaban orgullosos de su monarca y de la buena reputación de que éste disfrutaba en Europa.
Bernadotte moriría en Estocolmo el 8 de marzo de 1844. La mayor parte de su reinado fue un largo periodo de paz ininterrumpida, y de desarrollo material en ambos reinos durante la primera mitad del siglo XIX, debido principalmente a su energía y previsión. Carlos XIV Juan fue sucedido por su hijo Óscar (Óscar I de Suecia y Noruega). Como decía más arriba, todos sus súbditos lo veneraron como un gran rey. Sin embargo hubo un pequeño detalle que se le escapó a todos sus seguidores. Al desnudarlo para prepararlo para los funerales, los sirvientes encontrarán en su brazo un tatuaje que pocos habían visto antes. Grabado en su cuerpo rezaba: «Mort aux rois» (Muerte a los Reyes), tatuaje presumiblemente realizado durante la Revolución francesa. Así concluía la historia del único rey republicano, con tatuaje y todo!!!! Todo un personaje más que singular.

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